Ay, Manuel, ¿quién tuvo tan poca piedad para quitarte
la vida? ¿Qué manos arrastraron tu cuerpo hasta las aguas del río Medellín,
para que fueras borrado por el olvido? ¿Fueron las tuyas? ¿Tú mismo decidiste
colgarte en un árbol a las orillas de un río? ¿Qué tristezas te afligían,
cuando lo único que sabías hacer era reírtele a la vida? Ahora que me entero de
tu muerte, que los rumores de un supuesto crimen se comienzan a aclarar, te
recuerdo sonriente, con un vaso de café en la mano, diciendo que en el año 2008
ganaste un premio de la Revista Semana, por los artículos que publicabas
en tu blog La ciudad diversa. Nos hiciste convencer, de que el qué dirán no
vale un carajo, porque si valiera, hubieras sido millonario. A ti eso no te
importaba; lo puede decir tu mamá en su tumba, cuando te vio correteando con
sus tacones por toda la casa. Muy pronto descubriste que te gustaban los
hombres. Creciste rodeado de camándulas, obligado a ir a misas, un ambiente de
solapados, donde muchos te señalaban, pero te revelaste. Dijiste yo no soy
esto. Sabías que eras diferente al resto. Sí, gay, ¿y qué?, manifestabas en tus
clases, inflando el pecho con orgullo. Y no solo lo hiciste en los salones de
la Universidad de Antioquia, también lo dijiste en los medios nacionales y en
los teatros, cuando el juez de la notaría sexta concluyó que tenías una familia
de tres. Ahora ya no estás, Manuel, porque han encontrado tu cuerpo a setenta
kilómetros de tu casa. ¿Quién se encargará de sembrar en los estudiantes tu
humanidad? ¿Quién enseñará el respeto por las diferencias? ¿Quién va a hablar
con dignidad y orgullo de sus luchas en el mundo? Dime, Manuel, ¿quién como tú
escuchará nuestros textos y se sentirá orgulloso de ellos? En el 2017 (digamos
que desde siempre), cuando fuiste noticia por un hecho feliz, gente que no te
conocía te trató de aberrante por amar a dos hombres, de demonio, de impuro, de
hijueputa. Te reías de ellos. Yo, que sí te conocí, doy fe de que no eras eso.
Ahora ya no estás, Manuel, ¿dime cómo llenamos tu vacío? Me consuelo con leer
el último mensaje que escribiste en mi chat el 13 de diciembre de 2023, donde
me dijiste que siempre estaba presente en tus clases y memorias. Ahora y por
siempre, tú estarás en las mías y en las de todos los que tuvimos el privilegio
de verte sonreír. Hasta siempre, Manuel José Bermúdez, hasta nunca, ciudadano
gay de Medellín.
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